Llega septiembre y con él lo hace el inicio de los colegios, los institutos y las universidades. Esta situación, en una gran ciudad como lo es Madrid, supone un cambio sustancial. La capital de España es una ciudad universitaria y, aunque su población no depende tanto de encontrarse inmerso en el curso escolar (como ocurre en urbes como Salamanca, Cuenca o Albacete), sí que tiene cierto impacto que empiecen las clases.
Con el inicio del curso que se aproxima, llegan los momentos de agobio a la hora de hacerse con un lugar para residir. Aunque bien es cierto que muchos estudiantes han hecho los deberes en este sentido antes del verano, muchos otros no han tenido esa posibilidad al tener que recuperar alguna materia en el mes de septiembre, especialmente cuando hablamos de esos estudiantes de Bachillerato que en este mes todavía tienen que superar la Selectividad para conseguir plaza en alguna universidad.
La primera pregunta que posiblemente se hacen los estudiantes y sus familias a la hora de buscar un lugar de residencia para los primeros es: ¿optamos por un piso o por una residencia? Esta es una disyuntiva muy compartida en la comunidad estudiantil y, aunque ambas opciones tienen benefactores y detractores, lo cierto es que las dos opciones cuentan con ventajas e inconvenientes.
Por un lado, a un piso el imaginario colectivo le otorga la posibilidad de una mayor independencia, mientras que como aspecto negativo tiene una dedicación más atenta a las labores domésticas o la falta de contacto con buena parte de la comunidad universitaria, que es precisamente lo que puede proporcionar una residencia de estudiantes. Suele atribuirse como aspecto negativo de éstas la falta de una independencia que sí que proporcionan los pisos de alquiler.
Sin que esté del todo clara cuál es la mejor alternativa para los estudiantes, una posible solución para el entuerto podría ser la de combinar la cara positiva de las dos posibilidades, algo que les permita ser independientes y a la vez mantener una relación fructífera y continuada con el resto de la comunidad universitaria. Una alternativa así es posible en Madrid gracias a la Institución del Divino Maestro, una residencia estudiantil que apuesta por la independencia de éstos sin olvidarse de garantizar que estén atendidos de la mejor manera posible.
Está claro que en esas condiciones un estudiante tiene todo lo que necesita. No le faltaría de nada y, además, podría desarrollar amistades y contactos entre la comunidad estudiantil, algo que es imprescindible para comenzar a forjarse como profesional y para conseguir un empleo en un futuro no tan lejano.
Multitud de actividades
Durante el periplo universitario también es elemental trabajar en aspectos que no sean los propios de la carrera que se escoja. Es el momento de organizar y asistir a charlas, coloquios, actividades deportivas o incluso certámentes de relato corto o poesía. Esos eventos son aceptados por la inmensa mayoría de los estudiantes y cuentan con un gran índice de participación. En la Institución del Divino Maestro vienen organizándose desde hace ya muchos años y por eso este puede ser un lugar ideal para residir a lo largo de la carrera.
Las instalaciones y la ubicación de la residencia (calle Vicente Ferrer, en el distrito centro de la ciudad) no hacen sino reafirmar la idoneidad de un lugar como este. Habitaciones dobles y triples, un servicio de comedor, lavandería, excelente conexión a Internet, periódicos a diario… Un lugar ideal para comenzar, continuar o finalizar la Universidad.
Las 127 plazas ofertadas cada año se agotan de un modo cada vez más rápido, señal inequívoca que desde la Dirección y el personal de la residencia se hacen bien las cosas. Teniendo en cuenta que el curso escolar y universitario está a punto de comenzar, es imprescindible tener en consideración una posibilidad más de cara a encontrar el alojamiento ideal y que permite a los muchachos y muchachas cumplir su objetivo, que no es otro que conseguir su título y hacer amigos.